
REVISTA ESPECIALIZADA
JUSTICIA ELECTORAL Y DEMOCRACIA
Número 9 Año 8 Julio 2025 e- ISSN: 2960-8155
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(Russakof & Swardson, 1985), reeja
precisamente este intento de simular
un apoyo genuino mediante medios
articiales (Alves, Gardeta & Sousa,
2021). Y sus orígenes se remontan a
mediados del siglo XX cuando grandes
corporaciones comenzaron a utilizar
tácticas de relaciones públicas para
inuir en la opinión pública sobre temas
que afectaban sus intereses, aunque esta
práctica ya se utilizaba en campañas
políticas, de marketing y de lobby; el
advenimiento de Internet y las redes
sociales ha permitido que el astroturng
evolucione, amplicando su efectividad
y alcance (Recuero, 2009), aunque, en
menor medida, se ha ido trabajando para
su identicación y control.
La hipótesis es que los grupos de
astroturng emplean marcos diferentes
a los movimientos de base genuinos
para cumplir con los intereses privados
que realmente representan. Los resultados
del estudio de caso sobre el debate de
exploración de gas de esquisto en los
Estados Unidos muestran que los grupos
de astroturng utiliza son marcos
que diferían signicativamente de las
organizaciones no gubernamentales
auténticas, lo que permitió su
detección. (Lits, 2020, p. 164)
Sin embargo, esta estrategia sigue
siendo relevante en la manipulación de
la opinión pública y ha evolucionado
considerablemente con el auge de las
plataformas digitales (Campos-Domínguez
& Calvo, 2017) y con la expansión de las
redes sociales (Casero-Ripollés, Feenstra,
& Tormey, 2016); así como de otras
herramientas que han posibilitado que las
campañas de astroturng alcancen una
mayor escala y sosticación (Levi, 2019).
Por ejemplo, el uso de bots, cuentas falsas
y algoritmos en plataformas como X,
Facebook e Instagram (Kucharski, 2016)
ha facilitado la creación de movimientos
que parecen ser impulsados por la
ciudadanía, cuando en realidad están
siendo orquestados por actores con
intereses especícos, como empresas,
partidos políticos o gobiernos (López-
García, 2016).
Entonces, el astroturng, una práctica cada
vez más sosticada y preocupante en el
panorama político y social contemporáneo
(Howard, Bolsover, Kollanyi, Bradshaw &
Neudert, 2017), consiste en la simulación
de un movimiento popular (García-
Orosa, 2021) que, aunque parece
orgánico y espontáneo, en realidad está
cuidadosamente orquestado y nanciado
por actores externos (Lopez-García, 2017)
con intereses particulares o de quien
los patrocina (Henrie & Gilde, 2019),
siendo su objetivo principal inuir en
la opinión pública y moldear debates
(Said-Hung, Merino-Arribas & Martínez,
2021) creando la ilusión de un amplio
consenso en torno a una determinada
idea, política o producto, a través de
la desinformación (Zerback, Toep &
Knoepe, 2021). Entonces, podemos
armar que, través de esta estrategia,
los astroturfers buscan legitimar sus
propias posiciones y deslegitimar las
de sus oponentes, presentando estos
movimientos falsos como expresiones
auténticas de la voluntad popular (Lits,
2020), mientras que, las organizaciones
de astroturng -pueden denirse como